jueves, diciembre 22, 2005

Oda a la Piedra, la Palabra y al Lagarto -©Dagoberto López Coño-






Oda a la Piedra, la Palabra y al Lagarto©

I

Rompió la piedra el ojo de la noche

la fina permanencia de la estrella

Cruzó la sombra fugaz de la ternura

el presentir del monte y la congoja

Desató el eco del mar embravecido

el nudo del tambor y la desidia

Nadie supo jamás de dónde el tiempo

la huida del vapor y la amapola

Era entonces la lluvia una caricia

a blanco y negro el arco iris

La palabra

II

La huella mordió abismo y esperanza

el sigilo del prisma y la manzana

No tuvo corazón la transparencia

ni el desgarro del sol

ni el caminante

III

Abandonó el coral la tierra firme

El asombro y la voz

ensordecieron

Entonces comulgaron tempestades

los brazos del jardín y el universo

No pudo el caracol con lo profano

ni el viento

ni el furor con su delirio

IV

Origen y materia se hermanaron

y trajeron al ángel

la poesía

V

Piedra redonda endurecida por la sangre

mirada en el carbón del hombre mismo

Bronce parido de voces y unicornios

¿Dónde estará el espejo y su equilibrio?

¿Por qué no se levantan los relojes

y vuelven a los labios de la tarde?

¿Por qué sueña el ritual con la ceniza

y el hombre sigue allí en cautiverio?

VI

Dímelo tú

profeta imaginario

verdugo de los dioses reflexivos

Confiésalo en el pétalo del agua

ahora que es nocturno el pensamiento

y el ojo de la noche se aproxima

Ahora que es presente el submarino

y muerden los testigos su crepúsculo

que lo sabes todo

menos nada

y Adán sigue danzando entre las sombras

VII

hazme tú

confidente de esa muerte

que el sol

está pariendo

y es verdugo

VIII

Convócame a tus ritos giratorios

y adviértele al sudario su desvelo

Llévame por tus sierpes invisibles

hazme sentir el mármol de los pájaros

Comprende que hay murciélagos

erguidos

que azotan las ventanas de otros mares

Habítame en los peces iracundos

que tienen las mejillas palpitantes

IX

Ventrílocuo del grito

se hizo el hombre

y no sobrevivió

con su ignorancia

X

Fíjame tú

gran piedra o mariposa

que hoy tejo en el rencor mi larga espera

Descúbreme en tu lágrima la lumbre

que rueda en el cristal de los caminos

XI

Raíz de las edades

los olvidos

hundes tu amor en la mirada enceguecida

Tú que rompiste el ojo de la noche

redondo palpitar

filo perdido

XII

Cuestiónale al verdugo su morada

Su ronco proceder

Su indumentaria

XIII

Piedra total de todos los santuarios

abréviale los pasos

a nuestras madres

y alárgale la voz al caminante

No inyectes el perdón

No es necesario

es cosa de la muerte y no es pecado

El ser sobre su ser

breve estatura

que luego vuelve a él la tierra misma

XIV

Piedra total

remiendo de universo

la noche sigue tuerta

eres culpable

XV

El ojo que no ve lo siente todo

y sólo aquel que mira

lo comprende

XVI

Oh rojo corazón de la armadura

desde este bulevar

yo te reclamo

el indio está entre cuevas y horizontes

y tú sigues allí mordiendo el viento

rajando el ojo verde y la cereza

y amándote en la punta de los párpados

XVII

Piedra tremenda

de anillos pensativos

retorna el arco iris

al ojo de la noche

por él podré mirar los vaticinios

que trajo la pedrada y no la muerte

Vengo desde el taller

de la palabra

y traigo el corazón de los humildes

Estoy sobre los rieles de tus nervios

XVIII

nervios de hierro y carne traspasada

No vengo a suplicar

Estoy despierto

y traigo en tu mudez

mi carcajada

XIX

Yo vi el lagarto suicidarse desde el árbol

y el alma del payaso destrozada

Yo sentí la palabra cuando entraba

y el cuchillo clavándose en la carne

Es cierto que soy cómplice del alba

del hueco del tambor

-de aquella lágrima-

Repito que presiento

vi el lagarto

como yo suicidarse desde el árbol

XX

Luego vi al árbol acongojado

al pensamiento

por el suicidio que brotó desde sus ramas

Cayó sobre la piedra como un lirio

que muere destrozado por el viento

Sus ojos fueron pétalos dormidos

por esa bacanal de un golpe seco

XXI

Redondo el mango que quiso socorrerlo

No pudo

se marchó con el lagarto

Afirmo que lo vi junto a la piedra

Inmóvil

Impotente

y desafiante

XXII

No pude contenerme cuando el árbol

santuario del enigma de los tiempos

lloraba por la voz

no por la rama

que ardiendo sigue allí

sobre el secreto

del éxtasis del ojo y la pedrada

XXIII

Corrió hacia el laberinto de los mudos

Un ángel destiló con la mirada

Mordió con la aurora la sonrisa

y se le hinchó la voz a la palabra

Desenvolvió la ira

Miró al cielo

Hundió sobre la arena sus pisadas

Insaciable de luz

hizo la piedra

Se perforó la nuca con un grito

Entonces

.entonces murmuró a los cuatro vientos:

XXIV

Ni cristiano

ni ateo

XXV

Sólo

XXVI

humano...

(Fin de la Oda)

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©Dagoberto López Coño, poeta dominicano, “su estro acuciante en la Oda a la Piedra, la Palabra y al Lagarto© es un manojo de poder verbal a toda prueba, un dechado de precisión lingüística…” (Orlando Alcántara).
La palabra y el hombre, es una de sus últimas publicaciones

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