viernes, diciembre 23, 2005

Livia-Amor -©Orlando Alcántara Fernández-





Livia-Amor
©

Sin rubor por ti defino el amor

Y me siento en la cátedra de la vida

Para trazar pautas y dictar novedades.

Por un instante me creo Dios

Y decreto que a sueldo fijo te amo,

Sin plazo, a tasa cero y sin mesura.

Luego sé que no soy Dios

Y en mi piel de barro y polvo,

Ajada y maltratada, esquiza y neurótica,

Proclamo que a ciegas yo te amo

A pesar de la abulia y la modorra,

Aunque no sepa hasta cuándo,

Pese a que no sé si es útil o prudente.

En mis pancartas y consignas

Tú eres, Livia, mi mejor panfleto

Y te enarbolo por las calles irredento

Para enrostrarle al mundo su desamor.

Al pensarte de todos me vengo

Y no sé para qué vivo ni para qué pienso.

En la revuelta inagotable de lo eterno

Mi eclecticismo nunca cesa

Y es agnosticismo, escepticismo y nihilismo

Servidos en dosis dietéticas.

Por eso defino el amor

De un modo turbulento

Y digo que es una fecha siniestra,

Digamos un doce de julio,

Y digo que es un año funesto,

Digamos un dos mil dos,

Y digo que es un espacio truculento,

Digamos el Internet Metapoético,

Y al deslindar los parámetros

Defino el amor en cinco letras:

Ele, I, Ve, I, A: Simplemente LIVIA.

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©Orlando Alcántara (Cristorly), es un escritor dominicano sin distinción de géneros, inventor del Juego Modular "¡Resu-Jesús!” y creyente Unitario Cristiano Bíblico. Ha merecido por su trabajo literario premios y reconocimientos.

jueves, diciembre 22, 2005

Oda a la Piedra, la Palabra y al Lagarto -©Dagoberto López Coño-






Oda a la Piedra, la Palabra y al Lagarto©

I

Rompió la piedra el ojo de la noche

la fina permanencia de la estrella

Cruzó la sombra fugaz de la ternura

el presentir del monte y la congoja

Desató el eco del mar embravecido

el nudo del tambor y la desidia

Nadie supo jamás de dónde el tiempo

la huida del vapor y la amapola

Era entonces la lluvia una caricia

a blanco y negro el arco iris

La palabra

II

La huella mordió abismo y esperanza

el sigilo del prisma y la manzana

No tuvo corazón la transparencia

ni el desgarro del sol

ni el caminante

III

Abandonó el coral la tierra firme

El asombro y la voz

ensordecieron

Entonces comulgaron tempestades

los brazos del jardín y el universo

No pudo el caracol con lo profano

ni el viento

ni el furor con su delirio

IV

Origen y materia se hermanaron

y trajeron al ángel

la poesía

V

Piedra redonda endurecida por la sangre

mirada en el carbón del hombre mismo

Bronce parido de voces y unicornios

¿Dónde estará el espejo y su equilibrio?

¿Por qué no se levantan los relojes

y vuelven a los labios de la tarde?

¿Por qué sueña el ritual con la ceniza

y el hombre sigue allí en cautiverio?

VI

Dímelo tú

profeta imaginario

verdugo de los dioses reflexivos

Confiésalo en el pétalo del agua

ahora que es nocturno el pensamiento

y el ojo de la noche se aproxima

Ahora que es presente el submarino

y muerden los testigos su crepúsculo

que lo sabes todo

menos nada

y Adán sigue danzando entre las sombras

VII

hazme tú

confidente de esa muerte

que el sol

está pariendo

y es verdugo

VIII

Convócame a tus ritos giratorios

y adviértele al sudario su desvelo

Llévame por tus sierpes invisibles

hazme sentir el mármol de los pájaros

Comprende que hay murciélagos

erguidos

que azotan las ventanas de otros mares

Habítame en los peces iracundos

que tienen las mejillas palpitantes

IX

Ventrílocuo del grito

se hizo el hombre

y no sobrevivió

con su ignorancia

X

Fíjame tú

gran piedra o mariposa

que hoy tejo en el rencor mi larga espera

Descúbreme en tu lágrima la lumbre

que rueda en el cristal de los caminos

XI

Raíz de las edades

los olvidos

hundes tu amor en la mirada enceguecida

Tú que rompiste el ojo de la noche

redondo palpitar

filo perdido

XII

Cuestiónale al verdugo su morada

Su ronco proceder

Su indumentaria

XIII

Piedra total de todos los santuarios

abréviale los pasos

a nuestras madres

y alárgale la voz al caminante

No inyectes el perdón

No es necesario

es cosa de la muerte y no es pecado

El ser sobre su ser

breve estatura

que luego vuelve a él la tierra misma

XIV

Piedra total

remiendo de universo

la noche sigue tuerta

eres culpable

XV

El ojo que no ve lo siente todo

y sólo aquel que mira

lo comprende

XVI

Oh rojo corazón de la armadura

desde este bulevar

yo te reclamo

el indio está entre cuevas y horizontes

y tú sigues allí mordiendo el viento

rajando el ojo verde y la cereza

y amándote en la punta de los párpados

XVII

Piedra tremenda

de anillos pensativos

retorna el arco iris

al ojo de la noche

por él podré mirar los vaticinios

que trajo la pedrada y no la muerte

Vengo desde el taller

de la palabra

y traigo el corazón de los humildes

Estoy sobre los rieles de tus nervios

XVIII

nervios de hierro y carne traspasada

No vengo a suplicar

Estoy despierto

y traigo en tu mudez

mi carcajada

XIX

Yo vi el lagarto suicidarse desde el árbol

y el alma del payaso destrozada

Yo sentí la palabra cuando entraba

y el cuchillo clavándose en la carne

Es cierto que soy cómplice del alba

del hueco del tambor

-de aquella lágrima-

Repito que presiento

vi el lagarto

como yo suicidarse desde el árbol

XX

Luego vi al árbol acongojado

al pensamiento

por el suicidio que brotó desde sus ramas

Cayó sobre la piedra como un lirio

que muere destrozado por el viento

Sus ojos fueron pétalos dormidos

por esa bacanal de un golpe seco

XXI

Redondo el mango que quiso socorrerlo

No pudo

se marchó con el lagarto

Afirmo que lo vi junto a la piedra

Inmóvil

Impotente

y desafiante

XXII

No pude contenerme cuando el árbol

santuario del enigma de los tiempos

lloraba por la voz

no por la rama

que ardiendo sigue allí

sobre el secreto

del éxtasis del ojo y la pedrada

XXIII

Corrió hacia el laberinto de los mudos

Un ángel destiló con la mirada

Mordió con la aurora la sonrisa

y se le hinchó la voz a la palabra

Desenvolvió la ira

Miró al cielo

Hundió sobre la arena sus pisadas

Insaciable de luz

hizo la piedra

Se perforó la nuca con un grito

Entonces

.entonces murmuró a los cuatro vientos:

XXIV

Ni cristiano

ni ateo

XXV

Sólo

XXVI

humano...

(Fin de la Oda)

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©Dagoberto López Coño, poeta dominicano, “su estro acuciante en la Oda a la Piedra, la Palabra y al Lagarto© es un manojo de poder verbal a toda prueba, un dechado de precisión lingüística…” (Orlando Alcántara).
La palabra y el hombre, es una de sus últimas publicaciones

Disconexos -©Miriam Mireles-





Disconexos
©

No existen orillas

ni paralelos

ni siquiera trueques.

Errantes erráticas

miradas entre suspiros y aleteos

provocan espasmos que sueñan con el arco iris.

No existen pájaros con plumas

ni sombras

ni siquiera entregas

Continuos discontinuos

latidos de humus y mohos de azufre

regresan bocanadas que gritan a sangre tu nombre.

No existen árboles

ni sosiego

ni tan siquiera huidas

Mueren se mueven

hombres mujeres

excitan fragancias que flotan en altamar.

No existe retorno

ni uncidos que amar.

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©Miriam Mireles, artista digital venezolana, profesora de matematicas.

miércoles, diciembre 21, 2005

Metapoema Presentido -©Otto Oscar Milanese-








Un detalle de Azua, lugar de nacimiento de Milanese


Metapoema Presentido©


A cuáles palabras apelaría

para soñar el metapoema, que al conocerte

la misma vida soñó,

si en estas memorias las frases que sueñan,

las soñaste en mi boca,

cuando aún era nuestra esa pira de urgencias

en que nos convertía una mutua pasión.

Hoy sólo somos lo que deja el tiempo,

un sabor de entrega consumada y vieja

retenidas en las manos que al acariciarte un día

soñaban el momento del metapoema

****************

©Otto Oscar Milanese, dominicano (Azua de Compostela), "es el metapoeta que le canta al corazón como en un susurro, como en un lamento, como en un despertar continuo de la auto-consciencia…” (Orlando Alcántara)


Balada de inocencia -©Darío Tejeda-




Balada de inocencia©

Cuelgo mi rostro en la pared y mis ojos, radiantes y aturdidos, contemplan el vuelo del cuchillo que viene puntiagudo a enterrarse hacia sus iris. Parsimonia. Silencio. Luz plateada y cuarto solitario. Aúllo impertérrito que de pronto naufraga en un aliento herido. Una voz emerge desde un fondo de concreto armado. Es la voz de mi ojo bizco que palpita en la cólera y el desamparo. Intemperie total. Fruición de la hiel de un cíclope desalmado. Acaso lobo o leopardo. Acaso espada vencedora o cruz vencida. Solitaria luz.

Cuarto plateado. Momia incrustada en el espejo. La enigmática memoria queda atolondrada en un signo de misterio. Una lluvia de acero se levanta sobre nieblas. Sismo imprevisto. Malévolo recuerdo. Resurge el aullido, estalla en espirales como fibras de pedestal o grito de alondra. Ahora las visiones. Parques fatídicos y lumbres horripilantes. Veletas tristes en hilachas de tela y lluvia y de agua de océano y de algas. Loor a las vírgenes caídas en desgracia ante los pies de un dios salvaje, implacable, tumultuoso y de ínfulas venéreas. Un dios lamiendo las zarzas podridas del deseo. Abandonado a las tablas de un trágico teatro y oh, oh, oh... agoniza intentando domeñar las hiedras que comen su epidermis. Sus bríos se retuercen con infernales sacudidas. Es la hora del desquite, el descalabro, la transposición del vértice. La fiesta es de corceles furibundos y descarriados. Los acordes quebrados en bemol. ¡Pum! Es un golpe de luna blanca que huele a sangre de ballena loca. Miedo, temblor, huida. Temblor in crescendo escondido en garitas de mármol o marfil. No hay quebrantos. La balada es la inocencia malherida de un salvaje espíritu de ruina, de destrucción, de caída y de sueño: éso, una imagen destemplada en los arpegios fúnebres del amor. Silencio, silenci, silenc, silen, sile, sil, si, s...

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©Darío Tejeda, dominicano, director del Circulo Internacional de Estudios Metapoeticos (CIEM) del MIM, licenciado en Ciencias Políticas.

Eco-espejo -©Bernardo Silfa Bor-




Eco-Espejo©


Nosotros
Los que hogareamos
En las orillas del silencio
Fuutureándole silbidos a los sueños
Nos uniremos al polvo
Y se quedarán quejosas las calles
Con sus ecos de momias
Algodones
Rascacielos
Y máquinas
Lejos de nuestro espejo
Entonces los caminos
Sentirán nuestros pasos
Brisa horizontal
Donde ahogan tus huellas y las mías

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“... ©Bernardo Silfa Bor, poeta dominicano, es inicio y travesía de una
visión poética fundada en el decir estetizado e
imaginante del poema. Así las cosas, el poeta se
advierte desnudo y delirante en su propio compromiso
con el mundo, la existencia y la poesía”. Odalís Pérez

Carcelero de mí -©Nicolás Mateo-




CARCELERO DE MI©

Me mira el espejo
Y mi propia imagen entra por mis ojos
Me veo por dentro
Vaticino una tormenta en mi memoria
Las cavidades de mis ojos se ensanchan
El hilo de una pesadilla duerme en mi membrana
Rebusco mi esencia, me toco
Un alfiler se imanta en la retina
Miro a otro que cavila en mis adentros
Se espantan mis ojos de mirarse
Procuro desentrañar el misterio de mis sueños
Me vuelvo a descubrir en el candil
Que se hace lluvia de tanto mirarse
Otra es la fortuna y la desidia
Me espanto de saberme dentro
Y un estornudo estremece todo
En la oscuridad no encuentro la salida
Se rompe el espejo
Me convierto en carcelero de mi

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©Nicolás Mateo, poeta dominicano, ingeniero electricista y comunicador social, director de teatro.


Autorretrato -©Fabiola de la Paz-





Autoretrato

Si en este espacio me esforzara por autoretratarme,

con mi renovado afán de autodescubrirme --no para revelarme a tí--

sino para adentrarme en lo que se mueve hoy en mi casa...

tendría que hablar

DEL DESORDEN

para así poder exponer la armónica dinámica de tanto,

tanto que hay,

tanto que llevo,

tanto que guardo...

Platicar entonces de cómo se confunden los pasados en el hoy

y de cómo, justamente estoy dada a la tarea de

escombrar,

archivar,

tirar y

deshacerme de lo que no hace ya sentido, para finalmente

poner puertas donde no las hay.

Retratos tengo miles donde mis ojos,

mis lentes captan,

guardan, imprimen,

toman y retoman

todos los sucesos que me hicieron quien hoy soy.

Por eso no preciso de albumes,

ni marcos, ni portaretratos,

cuando tanto está aquí....

en el desorden...

.....aquí, en este fluído desorden,

que sin evocarlo se presenta aun cuando ya no es presente...

Aquí se me aparecen

todos los tiempos

gastados,

amados,

pasados,

no están ausentes en esta casa donde impera

el NO TIEMPO,

en donde

felicidad son recuerdos

recuerdos son imágenes

imágenes P E N S A M I E N T O S y

éstos QUE NO SE CALLAN,

que no cesan,

que no se supéditan a las reglas de la casa.

Vienen de día, regresan de noche, vuelven en la tarde...

¡No tienen horario estos hijos de su madre!

Desconocen su lugar

porque no se los he dado,

entonces TODO ESTA AQUI

próximo

cercano

inmediato

todo esta aqui,

CONMIGO,

en mi,

en mi casa,

sin puerta

EN EL NO TIEMPO

todo está aquí

aún cuando no lo quiero sigue aquí

PERMANECE

en veces callado,

luego ruidoso,

explosivo,

adormilado,

parlanchín

platicando de otros días,

de lo que soy,

de lo que siento y

de tanto, tanto

que aun sin querer llevo muy dentro.

Y no se detiene, ¡ incontenible para quedarse silencio !

En fin, me tiene al tanto y yo lo licencio.

Mi casa por fuera es sencilla,

hecha de barro marcado con mis huellas de cuentos,

hecha de piezas de rompecabezas

entretejidos con inventos en puro derecho,

no hay camino que lleve a mi casa,

no se necesita,

está tan luego luego, que,

entonces me veo,

y ahi estoy,

digo ¡aquí estoy!

atareada asignando

hoy por gusto y obligación

un lugar para cada cosa

y sudando

por poner cada cosa en su lugar.

Entiendo que si este cotidiano quehacer --para mí ajeno-- me sale bien, pues entonces para cuando termine seguro le saco una foto, quiero tener evidencia, quiero que conste que...

...aquí, al menos una vez, estuvo todo en orden.

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©Fabiola de la Paz, poeta mexicana, de agudo ingenio, reconoce como su aliado salvador, al sentido del humor.

Web Site: no-soy-hada.blogspot.com/

No soy hada. A Palabra Mientos pa´Labradores ApalabraDos

Copyright © Fabiola de la Paz Trejo, 2005

El gusto -©Alfredo Cedeño-













El gusto©

Tu boca, delirio de fárrago ineludible
donde las catedrales medievales vacilan
y se convierten en una ermita desarrapada
que me acuchilla la virilidad
que derrota mis derrotas
que agota mi agotamiento
que seduce mi menguada seducción
que enloquece mi locura
que reduce mi querer ya reducido
que asombra los vestigios de mi asombro
que enceguece mi cariño cegato
y me va ensanchando las estrechas baladas de dolores apoltronados
me ahoga los sofocos de la angustia
me desanuda los nudos de la piedad marchita
me desarma las máscaras para la defensa emocional
me quita las esencias de los soles de viejos amores
me arremolina quejas entre las escaleras de un teatro desocupado
me allana las certezas imprecisas de los besos robados
y se ocupa de ejecutar tu sentencia de vaivenes.
Tu boca, esa de labios que nunca reclutarán Max Factor
para enloquecer Times Square o las vallas descomunales
que saquean los ojos del viajero en el Metro de Londres,
pero donde te encuentro hecha un basilisco de ganas percutadas
donde encuentro el cero absoluto a través de los parciales
que van vinculando al mar con las gaviotas en las jarras
de un cristal que no conoce punto de quiebre
ni ha sabido encontrar la leve caricia de una tarde melancólica
donde me secuestra tu constancia vociferante
y descubro túneles con espejuelos amarillos bamboleándose
como un saludo de borracho profanando un bar de monjas
tal vez con la impertinencia de un pájaro que se caga
con la más desparpajada de las inocencias sin bochorno
pero con la impertinencia que se celebra
al derramarse una noche sobre las cópulas
en una cabalgata sin contorsiones ni aspavientos
para descifrar los aullidos de una tormenta boreal
que se desbarranca con dolorosa ambigüedad en tu lengua.
Tu boca, la de dientes preñados de quejas y caricias
que se ceban en mi bálano a confiscarme el pudor
del que alguna vez pude presumir y supe disfrutar
se encrespa abotargada con la inmaculada arrogancia
de un ronroneo encriptado que mendiga una procesión
donde el único santo venerado es el arrojo ignorante
de las larvas anónimas que acogotan los cadáveres afectivos
de los amores incapaces de enseñar los delirios espesos
de las carrozas dominicales donde sacan a pasear esperanzas
los mendigos de una poesía sin patrias ni banderas
con una caverna llena de vacíos de muñecas apestosas
para despedir melodías de un violín que nunca acompañó cenas
o supo dar un agudo vibrante que limpiara de señales y rasguños
donde otras manos anduvieron recapacitando y ofreciendo reinos
que solo tus labios, dientes y lengua han encontrado raídos
para reivindicar y encrespar mis pecios de náufrago empedernido
sin costas donde recalar hasta llegar a tus ganas de coño y boca.
Tu boca, la de lengua insolente y delirante en su reptar bajo la mía
hasta marchitar cualquier evocación por diestra que haya sido
va escarbando sin compasión mi espalda con redoble de tambores de conga
donde la teoría y el solfeo se me van desde la espalda a la cadera derecha
creando una sirena de candor impúdico que me secuestra el daño de otras bocas
sembrando barracones de pasos burlones donde una batahola de versos
predican oraciones poco piadosas y un cornetín deja rodar cantos
que pavimentan las calzadas de chozas lindas en que las voces de mudéjares
se lanzan a contarme en chismes que tu llanto de caramelo es un paso
en el cual los navíos se retratan con musitar de viejos pregones
machacando un piano sin solfas emasculatorias
para que tu boca relumbre deslumbrándome la paz.
Tu boca, la de timbre enamorado pese a las reservas dice La Habana,
recuerda Bulgaria, escribe en Barcelona, llama desde Ginebra o Lima
y me emociona desde Mucuchíes o en Puerto Ordaz al filo de madrugadas
vigiladas pero inertes como policías incompetentes
cuidando a ministros de un atentado que nunca llega en una jungla
donde burlarse de alambradas que tu vas desarmando es un juego
para dormirnos imprudentes con la feliz consistencia que sólo dan los orgasmos
y una voz de viejo cantante de boleros que narra su amargura
donde nos asombramos ante la voz cubierta de lágrimas
que alguna vez lloramos y vemos ahora blindados por este espejismo
de tantas certezas donde tu boca, siempre tu boca, me arrochela sin titubeos

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©Alfredo Cedeño, venezolano, fotógrafo, reportero gráfico, asesor comunicacional.