domingo, octubre 02, 2005

Tríada (metapoesía, metacrítica, metapictórica): J. Piña, A. Branagan y M. Báez

Posibilidad lúdica en la mirada de un atuendo
Por Ana J. Branagan


Jorge Piña en La Mirada de la Tela motiva una re-creación mental concebida por el pensamiento dialéctico-creador que se distancia del rigor material ante el hallazgo de otras posibilidades; es una invocación formal del recreo lúdico originado en una escena visual. Las acrobacias de estas imágenes onírico-realistas, imponen al pensamiento el juego ontogénico que se explaya en una dimensión en que las sinergias posibles del intelecto se resisten a lo obvio; donde la continuidad corpórea es transformación metafórica de lo concreto del sueño a la ova tracto del hilo que le permite ser materia: la mirada en su recorrido, la tela en la conclusión. La Mirada de la Tela es un fragmento del infinito, bosquejo del límite ilimitado, de lo que en corpus se contiene a sí mismo en multiplicidad de relaciones. Es un poema muy erótico, desnudo de artificios, seductor del detalle que se libera atrapado en la fugacidad eterna de una impresión; se expande sobre la dimensión de lo imaginado en el hábito de lo experimentado, con la misma destreza épica de un gendarme ante la eficiencia de un superior; es surrealismo, que Jorge Piña parece haber patentizado. Las metáforas convocadas proponen cubrir lo ya expuesto, proteger lo que ha sido entregado. La tela seduce el intelecto en el hilvanado de la memoria, la mirada es el soporte del tiempo que se nos presenta como conocido y como aquello que puede ser. Las impresiones de ‘realismo mágico aventurero’ que Piña aborda en su poema, han sido otra vez inventadas en la ‘pintura tela’ donde ‘el olvido, la nada y el sueño’ se vuelve matérico en manos de Marcial Báez*, quien ha enriquecido, en la cisura que brinda la mirada, las posibilidades metafóricas sensoriales en una composición matérica-visual de carácter místico. La obra de Marcial es un planteamiento que heteroglosa el simbolismo conceptual del poema de Piña en autorreflexión. La pluralidad del discurso aparece abstraída en tres actos: la representación bicéfala, la inclinación de la cabeza, y una lágrima con icono musical. Con la primera se representa el poder de Todo, pleamar de principio y fin; con la segunda la meditación turbulenta, percepción y deliberación de lo espiritual, la intuición intelectual; en el tercero, la lágrima musical, que invoca lo transitorio y cambiante, realidad subyacente del absoluto.



*Marcial Báez
y su obra metapictórica inspirada en el
Metapoema: La Mirada de la Tela
de Jorge Piña



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